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VALORES FAMILIARES: HONESTIDAD- ENSEÑAR A LOS HIJOS SOBRE LA HONESTIDAD

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Ser honesto significa decir la verdad, comunicarse de manera abierta y directa. La honestidad es lo opuesto a engañar, robar o manipular información para ocultarla a los demás. Vemos evidencia todos los días de cómo la deshonestidad está arruinando nuestra vida económica, política y social. Hoy más que nunca, los niños necesitan aprender la importancia de cumplir su palabra, decir la verdad y ser dignos de confianza. La honestidad no es solo la mejor política, es la única forma en que la sociedad puede funcionar.

Ayude a los niños a aprender lo que es Verdadero y Falso:

Enseña a tu hijo la diferencia básica entre la verdad y lo falso.

Para demostrarlo, cuenta una historia familiar y piense en un final verdadero y en uno escandalosamente falso («Y luego vino un pájaro gigante y llevó a la abuela al centro comercial»). Luego pregúntale a tu hijo cuál cree que es verdad. Si bien es normal que los niños pequeños tengan una vida de fantasía activa y, a veces, finjan para escapar de la culpa, corrígelo con delicadeza. Podrías decir: “Estás diciendo que el Sr. Don Nadie derramó la leche, pero creo que recibió algo de tu ayuda. Necesito que me ayudes a limpiarlo”.

A los 6 o 7 años, se puede esperar que los niños asuman la responsabilidad de sus acciones. No reaccione de forma exagerada ante los errores, los niños pueden recurrir a la mentira, especialmente cuando los padres son muy punitivos, incluso si lo que han hecho es un accidente. Los niños no quieren pensar en sí mismos como malos, por lo que niegan haber hecho algo malo. Explícales que los amarás incluso si hacen algo malo, pero que esperas que sean honestos. Dé las consecuencias apropiadas: si su hijo es atrapado en una mentira, cree  las consecuencias apropiadas. Por ejemplo, si ella tomó galletas sin su permiso y luego mintió al respecto, quítele el privilegio de comer galletas por una semana. Si su hijo te robó dinero o a le robó a un amigo, haga que lo recupere haciendo las tareas en el hogar o sacando la basura.

Mira a tu hijo a los ojos y dile: “Las reglas en esta familia son que no mentimos ni robamos”. Sin embargo, no etiquetes a tu hijo como «mentiroso» o «ladrón», ya que los niños tienden a cumplir (o no) con tus expectativas. Lidiar con la exageración: Los niños a menudo dicen cosas increíbles para impresionar a alguien. “Yo coloreo mejor que nadie en mi clase” y “He estado en un avión 25 veces” transmiten sentimientos de que los niños tienen muchas ganas de ser reales. Exageran para sentirse superiores (“Mi padre gana más dinero que el tuyo” o “Tengo 500 Transformers en casa”). En el campo de juego, los niños pueden sumar puntos injustamente a su juego o protestar falsamente.

En lugar de etiquetar al niño como mentiroso, llévalo a un lado y díle: «Desearías poder hacer eso, pero sabes que no es verdad».

Modele la honestidad: Modele la honestidad admitiendo cuando comete errores o devolviendo cambio incorrecto si le han dado demasiado. Mantente en un alto nivel de honestidad. Los niños están muy en sintonía con la hipocresía  de los padres. Demuestre el comportamiento honesto que desea ver en sus hijos al reconocer los errores, por ejemplo, «Olvidé hacer la cita con el médico» o «Cometí un error en el trabajo hoy». Esto le enseña a su hijo que aunque la honestidad a veces es difícil, no es algo que deba temer. señalar el lado negativo de la deshonestidad. Explique que incluso si un amigo se ha salido con la suya haciendo trampa, habrá consecuencias por la deshonestidad más adelante (por ejemplo, tendrá problemas en el próximo examen de matemáticas). Resalte cuán destructiva puede ser la deshonestidad. Por ejemplo, recuérdele a su hijo que hacer trampa en un examen significa traicionar la confianza del maestro y defraudar a los demás examinados, además de reprobarse a sí mismo. Señale ejemplos de deshonestidad y honestidad en las noticias y la vida pública: empresarios corruptos que van a la cárcel, denunciantes que dicen la verdad.

Espere veracidad: Establezca un «código de honor» en casa. Elija ciertas tareas, como completar la tarea o tender la cama, que confíe en que su hijo haga. Explique que cuando pregunta: «¿Hiciste tu cama?» perdonará a su hijo si él o ella dice «no», pero habrá consecuencias negativas por no decir la verdad. Agradezca a su hijo cuando diga la verdad sobre algo que fue difícil de decir, como “rompí un plato” o “reprobé mi examen de matemáticas”.

Explique el tacto: la única excepción a la honestidad total es cuando puede herir los sentimientos de alguien innecesariamente. Por ejemplo, discuta lo que podrían decir si no les gusta un regalo que les da un pariente. Practique algunas formas discretas de expresar gratitud, como “Muchas gracias por el suéter, tía Anna. Es un gran color” o “Fue muy amable de tu parte pensar en mí”. Explique qué distingue una mentira peligrosa (hacer trampa en un examen) de decir la verdad hiriente («¡Tu corte de pelo es feo!»).

El ver mentir: es como una red enredada. Habla sobre esto con los niños y explícales que es cada vez más difícil corregir una mentira una vez que se ha dicho, pues tiene que decir más mentiras para que siga funcionando. Es mucho más simple decir la verdad desde el principio. Así no tendrás que recordar quién sabe qué.

Fuente: beliefnet.org

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